sábado, 11 de octubre de 2014

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS. Domingo 12 de octubre de 2014.


Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Comenzamos hoy la segunda semana de la Visita Parroquial del Obispo de Guadix a nuestra Parroquia de San Juan Bautista de Baza. Sigamos pidiendo por Él y por estos días de encuentro con nuestro Pastor diocesano.

Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Pilar, Patrona de la Hispanidad y de muchas instituciones. En el Día de la Fiesta Nacional pidamos por España, por los pueblos hispanos, y por instituciones, como la Guardia Civil, que hoy celebran a a su Patrona.

Hoy nos encontramos en la Palabra de Dios con un escenario distinto al de los tres domingos anteriores. Los relatos bíblicos ya no tienen como escenario una viña sino un gran banquete, pero la finalidad sigue siendo la misma en estas parábolas: hacernos comprender el misterio del Reino de Dios.

Isaías nos muestra el corazón amable de un Dios que manifiesta toda su ternura y su alegría por la amistad que tiene con su pueblo, al que le prepara un gran banquete donde vivir la alegría de esa amistad de amor, y se compromete a estar a su lado en las dificultades para consolarle en las penas.

Pablo, en su Carta de hoy, ha descubierto y está convencido que la fe en Cristo le ha dado una fortaleza interior que le hace sentirse preparado para vivir todo tipo de experiencias, de gozo y de dolor, porque sabe que ya no lo hunden las dificultades cuando Cristo ya se ha convertido en el fundamento de su vida y en la fortaleza que le hace caminar siempre en fidelidad a Cristo. Por eso, en otra de sus cartas, nos dirás: "Nada me podrá separar ya del amor que le tengo a Dios".

En el Evangelio Jesús cuenta otra parábola para describir el Reino de Dios y de cómo a éste son muchos los que lo rechazan y no lo acogen, y algunos no viven dignamente para merecerlo. Tenemos un rey, que es el mismo Dios, y que invita a la boda de su Hijo, que es Cristo, y sus principales invitados, sus amigos, no acuden. Ante el rechazo y la decepción, el rey decide convidar a las personas a las que no había invitado y que eran marginados por sus amistades. Acuden todos y de todas las maneras por la misericordia del rey. Uno de los invitados no se ha preparado para la boda y va vestido indecorosamente por lo que a su llegada no le dejan entrar.

Los banquetes en la cultura mediterránea son algo más que una comida o una bebida, son una fiesta donde lo que más se celebra es el encuentro entre los familiares y entre los amigos. Las fiestas se hacían en días y acontecimientos señalados. En los banquetes se hablaba, se comía, se divertían: la alegría de la amistad. Por eso un signo de amistad entre dos personas era verlas sentadas en una misma mesa comiendo, porque los enemigos nunca comían juntos. Para las fiestas se reservaban los mejores manjares, incluso hay una palabra griega con la que se designa el "amor de los amigos", Ágape, que también significa en griego "fiesta". Y es que la amistad es una alegría, la alegría que siente el que encuentra un tesoro. Y Dios, Cristo, es nuestro mejor y más verdadero amigo.

El Banquete es el Reino de los Cielos donde no habrá llantos sino la alegría de sentirnos acogidos por el Padre y de estar reunidos entrono a Él todos sus hijos en el banquete de la fraternidad. Banquete que anticipamos y del que podemos participar ya en esta tierra mediante la Eucaristía, el Banquete del Pan y del Vino del Señor. Banquete al que muchos de los bautizados invitados no asisten y rechazan por falta de fe o por abundancia de pereza. Banquete al que hasta los pecadores son invitados pero han de ir bien vestido con el traje de la reconciliación mediante el sacramento de la Penitencia.

¿Por qué voy a la Eucaristía? ¿Lo hago todos los domingos? ¿Para mí la Eucaristía es un Banquete de Dios y de amistad fraterna? ¿Impido yo con mi ejemplo de vida que otros cristianos se acerquen a la Eucaristía? ¿Creo en la resurrección y en que un día participaré en el Reino de los Cielos, en el Banquete eterno, si Dios, por su misericordia, me lo permite?