El Adviento es un tiempo especial dentro de la Liturgia de la Iglesia. Con él se inaugura y da comienzo el Año litúrgico. Y con él la Iglesia vive la espera mesiánica de Cristo: la espera de su Nacimiento en la Fiesta de a Navidad y la espera de su segunda Venida al final de los tiempos.
La Palabra de Dios es la Luz que ilumina la fe, que dilata la esperanza y que enciende el amor de la Iglesia y del creyente que anhela la presencia de Cristo en su vida. Por eso el grito hecho canto que más resuena en este tiempo es el “¡Ven, Señor Jesús!”. Es el grito de los hombres angustiados de tanta injustica, falta de paz, infinitud de sufrimientos… Grito humano que la Iglesia hace oración: la oración de los hijos y del pueblo de Dios.
Y esa Luz que es la palabra la sentiremos a nuestro lado para siempre en la persona de Cristo, el Verbo de Dios. Él nos revela al Padre. Por eso el Adviento ha de ser un tiempo de encuentro personal y comunitario con la Palabra de Dios, para que podamos en Navidad adorar al Hijo de Dios que se hace nuestro Hermano.
