miércoles, 29 de enero de 2014

JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA.

El día 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, se celebra en la Iglesia universal el Día de la Vida consagrada. Oramos y ayudamos a los religiosos y religiosas, frailes y monjas, que han consagrado su vida a Dios y a la Iglesia para anunciar el Evangelio desde su propio estilo de vida.

La vocación a la Vida consagrada es una forma de entrega de hombres y mujeres en el seguimiento del Señor a lo largo de los siglos de cristianismo. Hoy sigue teniendo su sentido aunque ha de adaptarse a los tiempos sin perder en su esencia ni tomar formas que la secularicen.


La Vida consagrada se entiende como la de aquellos hombres y mujeres que se han entregando a Dios y a la Iglesia para dar su vida construyendo el Reino de los Cielos. Desde que aparece en la Iglesia, esta forma de vida en fraternidad, pobreza y obediencia toma variadas formas en los distintas épocas y lugares, desde una tarea evangelizadora que intenta responder a las necesidades y carencias presentes en cada lugar. Por eso se desarrollan en todos los campos humanos de acción social como la enseñanza, la salud, etc. Y sobre todo haciendo llegar el mensaje del Evangelio.

El día 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, también llamada Fiesta de la Candelaria, celebramos también la Jornada de la Vida consagrada, en recuerdo de tantos religiosos y religiosas, la gran mayoría anónimos, que han existido y trabajado en la Iglesia. Rezamos por ellos y por los que continúan en esa misma vocación, vida y misión. 

Cristo es la Luz del mundo, como se celebra en la Fiesta de la Candelaria. Y los religiosos y religiosas son la luz de Cristo en el mundo, porque ellos extienden con su presencia y acción la Luz del Señor para hacerla llegar a todos los rincones de la tierra. Los hay ejemplares y hasta santos. Pidamos por ellos.