viernes, 3 de abril de 2015

CATEQUESIS DE SEMANA SANTA: Viernes Santo.


DESDE LA TARDE DEL JUEVES SANTO HASTA LA TARDE DEL VIERNES SANTO LA IGLESIA ACOMPAÑA EN ORACIÓN AL SEÑOR PRESENTE EN LA RESERVA EUCARÍSTICA QUE ES ADORADA EN EL SAGRARIO DEL MONUMENTO.
EN EL DÍA DE HOY NO SE CELEBRAN NI ADMINISTRAN LOS SACRAMENTOS.
EN LA TARDE DEL VIERNES SANTO CELEBRAMOS LOS OFICIOS DE LA PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR. HOY 

* LECTURA DE LA PASIÓN SEGÚN SAN JUAN.
* ORACIÓN SOLEMNE UNIVERSAL.
* ADORACIÓN DE LA CRUZ.
* COMUNIÓN DE EL PAN EUCARÍSTICO CONSAGRADO Y RESERVADO EN LA TARDE DE AYER.

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El Jueves Santo celebrábamos la Cena del Señor e institución de la Eucaristía y del sacerdocio. Desde entonces la Iglesia en silencio y oración acompaña a Cristo en sus últimas horas antes de ser ejecutado. La Iglesia adora al Señor presente en el Pan eucarístico consagrado y reservado en la tarde de ayer y custodiado en el Monumento.

Hoy viviremos con Cristo su Pasión y Muerte de entrega en la Cruz. No sólo fue un hecho histórico y físico sino de consecuencias espirituales impresionantes. Hoy Cristo muere y nosotros ponemos junto a su cruz todas las del mundo de hoy.

TEOLOGÍA.

En la Catequesis de ayer veíamos como la Pascua es una fiesta que tiene su origen en un hecho histórico y de contenido espiritual para el pueblo judío. Cristo va a vivir su propia Pascua, la que ya será para sus seguidores la más importante y definitiva. Su muerte en Cruz es la de la víctima expiatoria que se sacrifica para alcanzar el perdón de Dios y la salvación. El no muere por sí mismo sino que muere en nombre de toda la humanidad, la de entonces, la de antes y la venidera en los siglos posteriores. Su sacrificio invalida otro tipo de sacrificio.

Su muerte coincide con la Fiesta de la Pascua y el sacrificio de los corderos en el Templo de Jerusalén. Es el Siervo de Yavé anunciado por los profetas y el Mesías enmascarado que sólo unos pocos pueden descubrir en su rostro desfigurado, pues ha roto y frustrado los sueños de muchos que confiaron en Él y que ahora lo abandonan en la Cruz.

Cristo nos muestra el amor infinito del Padre, que se hace perdón y misericordia en la Cruz, donde Dios nos perdona el peor de nuestros pecados, la muerte de su amado Hijo. Cristo ha llevado el amor a las últimas consecuencias, y la fidelidad hasta perder la vida. Por amor merece la pena morir. La muerte tiene sentido en el amor. El sufrimiento es purificación cuando se vive con la esperanza de que Dios nunca nos abandona. Cristo experimenta el silencio de Dios pero aun así permanece en fidelidad a Él.

De su costado salen dos elementos líquidos: sangre y agua (suero), efecto de haber pinchado un corazón ya muerto. Pero esto tiene una interpretanción teológica. De su costado, de su amor, nace la vida para la Iglesia a través de los dos grandes y primigéneos sacramentos: la Eucaristía (Sangre) y el Bautismo (Agua). Nacemos a la fe y al cristianismo por el Bautismo y vivimos en la fe y en la Iglesia por la Eucaristía.

La muerte no ha perdonado ni al Hijo de Dios, tan humano como nosotros hasta en esa finitud terrena. Pero la vida humana va más allá de lo meramente físico y corporal, por lo que en la Tumba Cristo aguarda la actuación de Dios Padre, que tiene siempre la última palabra, palabra de vida y de victoria.

Sentimos la ausencia del Maestro, la Iglesia se ha quedado huérfana y el silencio de Dios cubre la faz de la tierra. Sin Dios no somos nada ni nada tiene sentido, hay un vacío existencia en la creación y en cada uno de los creados. Junto a la Madre permanecemos en pie. El Amor ha sido matado, porque al mal le estorba Dios y el bien. Cristo se ha enfrentado a todos los males y ha vivido todos los sufrimientos posibles, ha bajado a los infiernos de todos los hombres en sus muchas situaciones de dolor. Desde el dolor nos salva a todos, porque ha muerto por todos y muere en todos los que viven hoy los infiernos de un mundo cada vez menos humano y más cruel.


LITURGIA.

La liturgia de este día se hace con mucha sencillez y sobriedad, sin música instrumental y sin adornos florales.

El color que preside es el rojo de la sangre del Cordero de Dios. El sacerdote ha de vestir los ornamentos (estola, capa y casulla) con este color.

Con un Presbiterio desnudo y con menos iluminación que de costumbre, sin manteles sobre la Mesa del altar, pues hoy no se celebra la Eucaristía. El Monumento ha de estar ya cerrado en el momento de empezar los Oficios de la Pasión y Muerte del Señor, en la tarde del Viernes Santo, en una hora lo más cercana y próxima a las tres de la tarde.

Se inicia la entrada con una procesión en la que el Sacerdote accede desde el fondo de Templo y al llegar al Presbiterio se postra en el suelo mientras la Asamblea se arrodilla, gesto de humildad y solicitud de la misericordia divina.

Después se celebra la Liturgia de la Palabra, que consta de dos lecturas y un salmo intermedio, y el Evangelio que se lee es la Pasión según San Juan, que la hace el Sacerdote, quien hace las veces de Cristo, y puede ser acompañado por dos lectores más.

Tras la Homilía se hace la Oración Universal, que hoy es más solemne que de costumbre, en la que se ora por toda la humanidad y por todos los sufrimientos que la adolecen. Cada petición o intención puede ser introducida por un lector, a lo que le sigue la oración del sacerdote.

El Sacerdote se desplaza al fondo del Templo y toma en sus manos una cruz o crucificado que se ha cubierto con una tela de color rojo. Acompañado por acólitos portando cirios, se desplaza procesionalmente hasta el Presbiterio. En el trayecto se hacen tres estaciones en las que se va descubriendo la cruz o crucificado poco a poco. Una vez que ha sido descubierto totalmente, el Sacerdote muestra a la Asamblea la cruz o crucifijo y lo expone para ser adorado por los fieles de manera individual.

Seguidamente se hace la colecta, que en el día de hoy es toda destinada a los Santos lugares (Tierra Santa), que están custodiados por la Orden franciscana. Mientras tanto se reviste la Mesa del Altar. 

El Sacerdote, acompañado por unos acólitos con ciriales se desplaza hasta el Monumento para coger el Copón reservado en el Sagrario y regresa al Presbiterio procesionalmente. Colocado en la Mesa del Altar el Pan eucarístico, se hace el rito de Comunión. 

Terminada la Comunión, no se queda ninguna presencia eucarística en el interior del Templo, se termina con la Oración posterior a la Comunión, y el Sacerdote se retira en silencio.


HORARIO DE LAS CELEBRACIONES.

Viernes Santo, 3 de abril.


  • 18:00 horas, Iglesia de San Juan Bautista: Oficios de la Pasión del Señor.
  • 19:30 horas, Iglesia de la Piedad, Procesión Oficial de Semana Santa con el Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Caridad.
Sábado Santo, 4 de abril.
  • 10:00 a 14:00 horas, Iglesia de la Piedad, Pésame a la Virgen de la Soledad, organizado por su Cofradía. A las 12:00 horas, Solemne Ángelus (Liturgia de la Palabra) presidido por el Rector del Templo.