sábado, 7 de marzo de 2015

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

DOMINGO III

DE CUARESMA.

Domingo 8 de marzo de 2015.

"Destruid este Templo y entre días lo reconstruiré".
(Marcos 2, 13-25).
Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Queridos hermanos y hermanas, hoy en la Primera Lectura se nos hace hincapié en el cumplimiento del primero y principal de los mandamientos: "Amarás al Señor, tu Dios, sobre todas las cosas". Este mandamiento es al mismo tiempo el más difícil de llevar a cabo porque el corazón a veces nos domina y sus sentimientos preferidos son otros.

A veces olvidamos quién es Dios y lo que ha hecho por nosotros. No tenemos en cuenta sus grandezas ni la misericordia que ha tenido con cada uno de nosotros y con la humanidad desde el origen de ésta. Dios es exclusivo al pedirnos su amor y nuestra entrega a Él, y no quiere ser compartido con otros dioses ficticios a los que nosotros terminando adorando por falta de fe y de fidelidad.

El poder, el dinero, la fama, el sexo... son a veces nuestras grandes atracciones y las que dominan nuestra vida hasta esclavizarla, de tal manera que vivimos sólo para esas realidades y las anteponemos a todo lo demás. A veces también los mismo cristianos vivimos en la idolatría de las imágenes realizadas por los hombres y que tienen una connotación religiosa y artísitica, llegándolas a considerar más que una representación de la divinidad, hasta adorarlas como si fueran la real presencia de Dios y dejando de adorarlo donde según nuestra fe sí que está presente Jesucristo: en la Eucaristía, en su Palabra y en los Hermanos.

Continúa este pasaje del Éxodo enunciando los demás mandamientos de la Ley de Dios, la cual no quiere ser algo simplemente normativo y que hay que hace por obligación sino que viene a expresarnos la voluntad de Dios, que consiste en amarlo a Él y al prójimo, sin dejar de hacer el bien y sin buscar sólo el bien propio.

Pablo reconoce la resistencia que hay en los hombres y mujeres de creer en Jesucristo que ha sido crucificado; y resitencia de adorarlo por su divinidad, porque es el Hijo de Dios. Sin embargo en la Cruz vemos a Cristo revelándonos el corazón de Dios: su amor, su misericordia, su humildad... Como decía Santo Tomás de Aquino, un gran teólogo y estudioso, considerado uno de los hombres más inteligentes de todos los tiempos: "Los grandes misterios de Dios no los he aprendido en los libros sino contemplando al Crucificado".

En el pasaje del Evangelio Jesús visita el Templo de Jerusalén y se indigna por el mal uso que se ha hecho de Él, ha dejado de ser sagrado para ser profanado con un comercio que da preferencia a los negocios más que al culto. Hoy en nuestros días también hay instituciones, asociaciones y hasta personas se mueven más por intereses económicos. Jesús se da cuenta de que el Templo ha quedado paganizado y las personas creyentes deshumanizadas. Hoy también lo sagrado lo arrinconamos hasta los mismo cristianos: quitamos todos los objetos y símbolos de nuestra fe de nuestros hogares, no bendecimos los alimentos antes de comer, nos molesta que suenen las campanas de los templos... Y cada vez hay más botellones, más fiestas en las calles, y hasta algunos actos religiosos los convertimos en beber y comer porque así se consigue más dinero y por desgracia más asistencia. Y ahí que se mire así mismo cada uno, pues hasta algunos cristianos nos vemos enredados en eso.

Jesús considera el verdadero templo al cuerpo, porque por el Bautismos todos recibimos el Espíritu Santo y nos convertimos en templos de Dios, presencia de Dios en cada hombre y mujer bautizado, por eso toda persona requiere el mayor de los respetos.

Y termina este pasaje del Evangelio haciéndonos caer en la cuenta de que podemos engañarnos y engañar a los demás, sin embargo eso no ocurre con Dios porque nos conoce a todos hasta en lo más profundo. 

Hermanos, no nos olvidemos, Dios nos sigue mirando aunque nosotros pasemos de Él. Feliz Día del Señor a todos.