sábado, 5 de diciembre de 2015

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

Domingo 6 de diciembre de 2015.



Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Queridos hermanos y hermanas:

En este Segundo Domingo de Adviento la gran protagonista es la VOZ, la misma palabra de Dios anunciada por los profetas, voz humana, en la que nos llega el mensaje del corazón de Dios.

Una palabra que hoy nos invita a salir de la rutina y de la tristeza en la que a veces se encuentra encerrada nuestra vida, a modo de cárcel, para cambiar nuestro llanto en el gozo y la felicidad, lo más añorado por cada ser humano de todos los tiempos y lugares.

Todo se pone en movimiento porque Dios va a venir, su llegada provoca el despertarse del aletargamiento de quien se ha quedado en el conformismo o en la desilusión de que al final no hay arreglo para este mundo y para nuestras vidas. Ponerse en pie es ponerse a tino para el encuentro, pues Dios hace las cosas pero requiere de nuestra predisposición.

Hay que convertirse, transformarse, renovarse... Lo viejo, lo pasado, lo trasnochado impide que llegue lo nuevo y su frescor. Nos da seguridad lo conocido y lo desconocido suscita cierto reparo o miedo. La fe rompe esa desconfianza, y el creyente se fía de la palabra de Dios porque Él ni engaña ni defrauda.

Juan el Bautista lo anuncia con fuerza, como un gran mensajero al que hemos de escuchar también hoy pues su mensaje no se ha quedado oculto en una tumba, sigue vivo porque la palabra de Dios es eterna. Al mismo tiempo hemos de ser cada uno los sustitutos de Juan, pues todos somos profetas en nuestro tiempo por el Bautismo que hemos recibido y que nos da esa identidad profética.

Hemos de anunciar a Cristo y su venida en nuestras familias, en nuestros ambientes de amistad, de trabajo... Un cristiano no puede quedarse mudo, aunque tenga la sensación de predicar en el desierto, es decir, que nadie le escucha ni le hace caso. Hemos de predicar con la vida, con la conversión personal, que se nos vea distintos a lo que fuimos, de que en nosotros hay menos vida de pecado y más vida en santidad.

Feliz Día del Señor y disfrutemos con María en la Fiesta de su Inmaculada Concepción.