sábado, 27 de septiembre de 2014

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS. Domingo 28 de septiembre de 2014.


Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".

En este domingo nos unimos a la petición que el Papa ha hecho a la Iglesia universal de orar por el Sínodo Extraordinario de los Obispo sobre la Familia que comienza el domingo 5 de octubre.

Hoy seguimos escuchando la voz del profeta, en este caso se trata de Ezequiel, cuyo mensaje conecta con el que escuchamos el domingo pasado del profeta Isaías. Las palabras de Ezequiel son las de Dios que se lamenta de nuestra incomprensión al acusar a Dios de las injusticias y maldades existentes en nuestro mundo. Este hecho nos suena a actualidad porque observamos que en el mundo siempre ha habido maldades e injusticias (guerras, hambre, pobreza...). Para los humanos es muy fácil pedirle cuentas a Dios de todos esos "fracasos" y lo acusamos de ser un mal gobernante y de no tener bondad al permitir que sucedan todas esas cosas. Todo esto está en la mente de muchas personas, hasta creyentes, de nuestro tiempo.

Cuando el hombre consigue éxitos y avances tecnológicos, científicos, etc. se pone la medalla para autoreconocerse sus grandezas y capacidades. Cuánto nos gusta criticar a los demás por lo que no hacen o hacen mal, y cuánto nos cuesta alabar del otro sus grandezas. Cuánto nos gusta culpar a los demás de las cosas que no van bien y qué fácil es acusar a Dios de nuestros males y fracasos. Tenemos que hacer una autocrítica sincera, y es lo que Dios nos pide hoy. ¿No será que las cuentas que le pedimos a Él nos las tendríamos que pedir a nosotros mismos? ¿No será que los males de este mundo son también culpa nuestra y fruto de nuestro pecado (envidia, orgullo, avaricia...)? ¿No será que hay guerras, hambre, desigualdad, etc. porque la humanidad las provoca, las realiza o las consiente?

El que vive influenciado por el Mal, el pecado, tiende a hacer el mal. El que vive influenciado por el Bien, que es Dios, tiende a hacer el bien. Pero Dios deja ver la salvación para el malvado, porque si se convierte también se salva: cuando deja el Mal y busca el Bien, que es Dios. Cuando hay terroristas, violadores, tiranos... es porque en sus corazones habita el Mal. En los hombres justos y de bien habita Dios, por eso sus obras son buenas y en bien de todos, especialmente de los más débiles.

El Salmo es un canto al Dios de la misericordia y de la bondad. Dios ha sido bueno desde siempre y para siempre. Dios es amor, misericordia y ternura. No lo hagamos malvado, cuando no lo es, al ponerle atributos que no le corresponden sino que nos corresponden más a nosotros cuando nos alejamos de Él y vivimos en el pecado.

Si el amor de Dios está en la comunidad cristiana se nota en que hay amor y unidad entre los hermanos. Es lo que nos indica y nos pide Pablo. Nos pide a los cristianos que vivamos en la humildad frente a quien se quiere sentir superior a los demás y escalar puestos no para servir sino para dominar y llenarse de prestigio humano. El mejor ejemplo de humildad, al que hemos de mirar y del que debemos de aprender, es Cristo, que siendo el Hijo de Dios se hizo el menor de todos hasta llegar al extremo impensable de morir en una cruz: más abajo no pudo bajar.

En el Evangelio, al igual que el domingo pasado, Jesús nos habla nuevamente con una parábola muy similar donde el escenario es el mismo, una viña o campo, con un dueño y, en este caso, con dos hijos en vez de jornaleros. Tenemos un padre con dos hijos a los que pide colaboración para trabajar en su viña, que para nosotros es el Reino de Dios. A los dos les pide el mismo trabajo y los envía a la misma misión. La clave de la parábola es que la respuesta y actitud de cada uno de los hijos es distinta. Por lo tanto Jesús nos está indicando que a la llamada que Dios Padre hace a cada uno de nosotros hay dos maneras de escuchar y dos maneras de responder. 

Tenemos la respuesta del que se niega a obedecer al Padre. En un principio nos parece una actitud negativa y que no se puede aprobar. La desobediencia es un pecado para los cristianos, y humanamente es considerada una falta de educación. Este hijo que podríamos calificar como el "gruñón" o "rebelde", el que se queja de todo, el que se niega, el que protesta... finalmente recapacita y cambia de actitud, es decir, se convierte.

Tenemos la respuesta del que escucha al Padre y asiente ante Él pero luego no va. Es el que podríamos denominar como el hijo "falso". Sabe quedar bien con el Padre, agradarle, el que ante el Padre es de una manera y a su espalda es de otra, el que no es sincero, en definitiva, vive en la hipocresía. 

Vemos que el primero mete la pata pero luego cumple. Sin embargo el segundo creemos que es el bueno porque su intención es la obediencia pero luego mete la pata doblemente: engaña y no cumple.

¿Quién es el mejor? Depende quien lo mire, pero desde los ojos de Dios se aprueba antes la conversión que la mentira y la desobediencia juntas. Por tanto, Dios no juzga por las apariencias ni por las palabras sino por el corazón. Por eso es más sincero el pecador que se convierte que el que se cree santo ante Dios pero vive en el pecado. A los demás los podemos engañar y a nosotros mismos también pero no a Dios. Para Dios no cuentan las promesas de querer hacer o no hacer lo que nos pide, sino los hechos de hacer lo que nos pide. Las palabras se las lleva el viento, decimos muchas veces, pero los hechos son los que cuentan y los que se ven. Dios nos va a juzgar no por nuestras intenciones de hace el bien sino por el bien que realmente hacemos. Muchas veces nos quedamos en la intención de hacer el bien pero como no hay conversión no llegamos nunca a realizarlo. Los propósitos duran un instante si no hay una conversión que nos transforme para que el cambio nos mejore y nos haga nuevos. 

¿Acuso a Dios de mis fracasos y de los males que vivimos la humanidad en nuestro tiempo? ¿Conozco y creo en el Dios de la misericordia y ternura? ¿Soy obediente o soy hipócrita? ¿De verdad trabajo en la viña de Dios o hago como que lo hago sin hacer y dar todo lo que tengo?