domingo, 7 de diciembre de 2014

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

DOMINGO II DE ADVIENTO. 

Domingo 7 de diciembre de 2014.



Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Nos encontramos en el Segundo Domingo de Adviento, donde toma fuerza la palabra del profeta Isaías que se siente enviado a una acción esperanzadora: la de consolar al pueblo de Dios. Los muchos pecados han llevado a este pueblo a alejarse de Dios y por ello ha vivir muchos fracasos, desgracias y sufrimientos. El pueblo ha gritado a Dios su dolor y el Dios misericordioso ha escuchado los lamentos de su amado pueblo al que no pude darle la espalda. Aunque el pueblo y cada uno de los creyentes traiciona a Dios, Él no lo hace.

Consolemos nosotros, por la misericordia, a quienes viven situaciones de tristeza, dolor y amargura; no condenemos cuando Dios no lo hace, y no destruyamos a los demás por lo que hacen cuando Dios no lo hace porque nadie es más santo que el Señor. Allanemos la venida del Señor quitando de nuestras vidas y de nuestro entorno todo aquello que no es de Dios ni le agrada, aquello que no permite que Dios pueda venir y entrar en nosotros porque cerramos la puerta con nuestro egoísmos, soberbias, falta de caridad... y vida desordenada.

Dios viene a unir, como Buen Pastor, a su pueblo, la Iglesia, a sus hijos. Lo que el hombre desune y corrompe Dios lo unifica y lo arregla. Dios ha venido no a machacarnos sino a salvarnos, aunque no lo merezcamos. El trae la paz y la alegría, su Reino de Amor. Dios nos ama y, aunque a veces cuesta el perdón, el amor de Dios no se entiende sin ese perdón infinito cuando le pedimos de verdad y con dolor perdón.

Pablo nos pide la conversión para una inminente venida del Señor, en esa tensión de desconocer el momento exacto en el que ocurrirá, pero el Apóstol insiste, y describe de manera grandiosa cómo sucederá porque grande será también el hecho en sí de la venida del Señor. Pablo, con el lenguaje profético de la época y usando elementos y efectos de la naturaleza, quiere hacernos entender la gran importancia de lo que espiritualmente va a suceder en un futuro que tiene fecha aunque nosotros la desconozcamos.

En el Evangelio de Marcos, que comienza con el pasaje del Bautismo de Jesús, el autor de autoriza a Juan el Bautista como verdadero y gran profeta, y el más especial porque se hace eco de lo anunciado por otros profetas de la antigüedad y anticipa como testigo la llegada del Mesías. Juan aparece como el elegido para mostrar al Mesías esperado, allanado con su palabra y con el bautismo de conversión de los pecadores la venida del Mesías y su presentación oculta en el mundo, pues el Mesías vendrá también como el Hijo de Dios al que muchos no reconocerán y hasta rechazarán. Si Juan es grande, más grande es Aquél al que anuncia, Jesucristo.

Que la Palabra de Dios, que hemos de escuchar con especial interés en este tiempo del Adviento, nos ayude a buscar a Dios y salir a su espera, y lo hagamos llegar a quienes no lo conocen o no lo aceptan. Cristo viene como el verdadero Salvador anunciado por los profetas y como el verdadero Pastor que viene a traer paz y alegría, el Reino de Dios. No se lo impidamos.