sábado, 10 de enero de 2015

CHARLA SOBRE "LA CARIDAD Y EL AMOR FRATERNO" EN EL CURSO DE FORMACIÓN COFRADE DE LA PARROQUIA.

El ponente, Don José Antonio Robles, ha valorado la religiosidad popular, y ha propuesto más vivencia de la caridad y más cercanía con las realidades de pobreza.


APOYADO EN LOS DISCURSOS Y ESCRITOS DEL PAPA FRANCISCO, ESPECIALMENTE EN LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA "EVANGELII GAUDIUM", DON JOSÉ ANTONIO ROBLES HA HECHO UNA SÍNTESIS DEL PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA RELIGIOSIDAD POPULAR, Y DE LA RELACIÓN DE ÉSTA CON LA CARIDAD Y LA POBREZA.

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A las 20:30 horas del viernes 9 de enero daba comienzo en la Sala Juan Pedernal del Convento de la Merced de Baza la tercera charla de este segundo Curso de Formación Cofrade de la Parroquia.

El Párroco, Don Emilio José Fernández, ha sido el encargado de presentar la temática de la charla y al ponente de la misma, Don José Antonio Robles, sacerdote diocesano, Delegado de Cáritas diocesana y Párroco de Jesucristo Redentor, en la localidad de Guadix.



Robles ha comenzado su exposición refiriéndose al valor que tiene en la Iglesia la religiosidad popular, la cual ha sido nombrada con los distintos términos con los que el Papa Francisco lo hace en sus discursos y escritos, especialmente en la Exhortación Apostólica "Eangelli Gaudium" (La Alegría del Evangelio): religiosidad popular, catolicismo popular, piedad popular, piedad católica y mística popular.


Apoyándose en el pensamiento del actual Papa, ha subrayado el re-descubrimiento y la re-valorización que Francisco hace de la religiosidad popular como expresión de fe que ha nacido espontáneamente de la pasión y el afecto de la gente de los pueblos y no de la jerarquía o de los pastores, y que ilumina la vida de la gente del pueblo durante todo el año dando sentido a lo bueno y a lo malo. Por ello el Papa exige un respeto hacia esas expresiones de piedad popular que muchas veces han sido incomprendidas y hasta rechazadas.



La religiosidad popular, según Francisco, viene animada por la gracia del Espíritu Santo que actúa en la persona, lo cual supone una experiencia teologal enraizada en una fuerte experiencia de fe. Al mismo tiempo el Papa observa y advierte del peligro en la falta de respeto a la religiosidad popular: el miedo a la ruptura entre la fe y la cultura. El Evangelio se encarna en la experiencia de vida del pueblo. El Papa ha estudiado una teología que ha estado conectada en la vivencia con el pueblo que ha padecido dolor y opresión.


Para el Papa Francisco la Iglesia es ante todo Pueblo, el cual tiene la entraña maternal de "cuidar", pues la Iglesia es Madre y es Casa. La Iglesia ha de ser un hospital de campaña dirigido por el pueblo, el hospital que se improvisa y se instala donde hay dolor y heridas humanas.



Para Robles las Hermandades y Cofradías, que forman parte de la religiosidad popular, no hacen algo paralelo u ocasional sino que inculturan el cristianismo, fieles a la tradición que han recibido, conectando con las experiencias primigeneas del amor, la muerte el dolor... El Papa mima la religiosidad popular para sorpresa de muchos, porque la considera causa de sanación. purificación y maduración humana.

Sin embargo, a su vez, el Papa exige al catolicismo popular la caridad y la pobreza, lo cual conlleva una conversión personal. Para Robles la palabra POBRE es difícil de pronunciar por la exigencia que implica, pero el Papa hace mención de ella con mucha frecuencia y con gran autoridad, algo que sólo se hace cuando hay una gran libertad interior en la persona.



El Concilio Vaticano II tiene tres objetivos: la causa de la paz, a consecuencia de la II Guerra Mundial; la causa de la unidad de los cristianos por los conflictos que hay entre las distintas iglesias cristianas; la causa de los pobres. Tras la II Guerra Mundial surge en Europa un movimiento cultural llamado Humanismo contemporáneo ateo, en el que en sus distintas corrientes se veía a la pobreza como la causa que impide la felicidad en el hombre, como así lo creía, por ejemplo, el marxismo. Éste reniega de Dios al juzgar a la religión como un adormecimiento del hombre que deja al pobre sumido en el dolor. Con esta crítica la Iglesia comienza a mirar a los pobres y a la pobreza. Frente a una religión cultual y estética aparece una religión que busca crear una vida digna para las personas. De ahí que se considere que la Iglesia se reforma siendo pobre y estando al lado de los pobres. 



Según Don José Antonio Robles, todas las instancias eclesiales, entre ellas las Hermandades y Cofradías, tienen una hoja de ruta marcada por el Papa: la opción preferencial por los pobres. Las Hermandades y Cofradías han de progresar en formación, en el adecentamiento de las imágenes, pero también en la forma de ayudar en las periferias de nuestra sociedad, para ayudar a los excluidos no de una manera puntual sino desde el acompañamiento en el tiempo que duran los procesos de superación de la pobreza. Hay que mostrar las situaciones de pobreza sin tabúes y hay que denunciar las estructuras injustas. Para ello se necesita hermandad y humildad, ambas son la base para que haya caridad. Hermandad y humildad que de manera especial han de encontrarse en las Hermandades y Cofradías, porque unidos es como mejor se consiguen los propósitos.

Finalmente, Robles ha dejado unas preguntas en el aires para que cada uno las responda, como creyente y como cofrade: ¿cuál es mi postura ante la pobreza? ¿cómo colaboramos y qué hacemos para ayudar a quien lo está pasando mal?