sábado, 10 de enero de 2015

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

DOMINGO EN LA FIESTA 

DEL BAUTISMO DEL SEÑOR.

Domingo 11 de enero de 2015.

"Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto".

Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


En este Domingo, dentro del tiempo litúrgico de la Navidad, celebramos en toda la Iglesia universal la Fiesta del Bautismo del Señor, hecho que sucedió en el río Jordán y con cuya conmemoración los católicos terminamos la Fiesta de la Navidad dando comienzo, al día siguiente, el Tiempo Ordinario.

El Evangelio nos cuenta la vida de Jesucristo, el Hijo de Dios, pero, aunque nos aporta datos históricos, su gran intención es la de mostrarnos la misión y el mensaje que Jesús nos da y en el que nos revela a Dios Padre. 

El Hijo de Dios ha venido a la tierra y ha formado parte de la humanidad al adquirir esta naturaleza a través de una sencilla muchacha judía que será su madre. Nace en una familia con unos padres que lo cuidarán y educarán, formándose como un auténtico judío para el que Dios será el centro de su vida. Poco sabemos de su infancia y niñez, le perdemos la pista una vez que ha regresado a Nazaret junto a sus padres después de haber visitado la Ciudad Santa de Jerusalén. A partir de ese momento se abre el periodo que teológicamente se conoce con el nombre de "la vida oculta" de Jesús. Años de los que no tenemos noticias escritas pero no por ello se debe considerar como un vacío estéril. Realmente la Infancia de Jesús sólamente aparece en dos de los cuatros evangelios, en el de Mateo y en el de Lucas.

Sin embargo, los cuatro evangelistas testimonian de manera solemne el acontecimiento del Bautismo del Señor, y dos de ellos, Marcos y Juan, comienzan a contar la vida de Jesús a partir de este hecho, con el que comienza la etapa de la vida de Jesús conocida como "la vida pública" de Éste. Lo cual quiere decirnos que la misión de Jesús comienza con un gran envío en el que recibe al Espíritu Santo, para resaltar que Cristo no ha venido a predicarse así mismo sino a anunciar el Reino de Dios, y que esta misión no la ejerce como iniciativa personal ni espontanea sino como una llamada y envío del Padre, entrando dentro del plan de salvación de Dios.

Podríamos decir que el Bautismo del Señor es como una raya que parte su vida en dos, en un antes y en un después, como ocurre desde entonces con todo bautizado. Recibir el Espíritu Santo es un signo de identidad del Mesías que ya aparece anunciado por los grandes profetas de Israel, como Isaías, siglos antes. Un Mesías que responde a la llamada de Dios y que viene enviado por Él a implantar su Reino. Las profecías mesiánicas se cumplen en el Hijo de María y del carpintero. A eso le suceden más signos de identidad mesiánica como la de curar enfermos y liberar a los oprimidos. Lucas, en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, resume preciosamente como nadie en esta frase la vida y la misión de Jesús: "pasó haciendo el bien". Verdaderamente éste debería ser el epitafio que se habría de poner en la sepultura de todo cristiano, pues en eso consiste también la santidad.

Marcos parece ser que es el primer evangelio escrito pasados pocos años de la Resurrección del Señor, y es el más corto en extensión y con pequeños pasajes breves en contenido, donde el autor no se entretiene mucho en dar detalles en cuanto al tiempo y a los lugares donde suceden los hechos importantes de la vida de Jesús, pero sí se centra y atrae nuestra atención en los mensajes de Jesús, que están cargados de mucha profundidad. Marcos comienza su evangelio en esta escena del Bautismo del Señor. Junto a Jesús aparece otro personaje puesto casi a la altura de Jesús por ser el que lo anuncia y presenta, Juan el Bautista, de quien poco nos dice Marcos, señal de que la comunidad cristiana para la que Marcos escribe el Evangelio sabía bien de quién se trataba. Pero fijaros en el detalle sumamente importante de Marcos cuando nos habla del Bautista, no nos describe quién es sino lo que hace. No importa su origen, su historia, sino sus hechos. Y para Marcos la grandeza de este hombre de Dios está en su HUMILDAD. Humildad paralela a la de Jesús que, no siendo pecador, se acerca a recibir un bautismo de conversión destinado a los pecadores. Él, que es el que realmente debía bautizar, se deja bautizar. Juan el Bautista que ve en Jesús al Mesías quiere cederle el protagonismo, como gesto de humildad. La soberbia nos hace querer ir por delante y que los demás siempre estén por debajo. Juan se agacha ante Jesús; Jesús se agacha ante toda la humanidad, como hará también en su Pasión y Muerte. La humildad vivida en el Jordán estará presente en toda la vida de Jesús. Juan se quedará en un pasado para que muchos de sus discípulos, junto a Jesús, formen la comunidad de la Iglesia. Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, será revelado como Hijo de Dios a los que nacen a la fe en un bautismo de salvación, el cual nos pide una vida en humildad y santidad, una vida haciendo el bien. Si queremos amar a Dios comencemos amando a su amado Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.

Hermanos y Hermanas, feliz Domingo y agradecer a Dios el don del Bautismo que indignamente hemos recibido los que un día nacimos de las agua santas.