sábado, 31 de enero de 2015

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

DOMINGO IV

DEL TIEMPO ORDINARIO.

Domingo 1 de febrero de 2015.

"Jesús, la Palabra que tiene poder y que sale de la boca de Dios Padre".
(Marcos 1, 21-28).

Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Nuevamente este domingo en algunos lugares condesa varias celebraciones trasladadas para hacerlas coincidir en el día de descanso y cuando más asistencia de fieles hay en los templos. Así, pues, como digo, en algunas comunidades cristianas también hoy celebrarán la Fiesta de la Presentación del Señor, conocida también como la Fiesta de la Candelaria, que es el 2 de febrero, y la Jornada de la Vida Consagrada, que coincide siempre con la Fiesta de la Presentación del Señor.

Hoy la Palabra de Dios es la propia de la liturgia del IV Domingo del Tiempo Ordinario, y las Sagradas Lecturas tienen como protagonista y tema fundamenta a la misma Palabra de Dios, anunciada por los profetas y anunciada por Cristo, que es más que profeta.

En la Primera Lectura, Moisés se dirige al pueblo para resolver un problema de comunicación entre el pueblo de Dios y Éste. Dios decide dirigirse a su pueblo, a los creyentes, a través de un profeta, un mensajero, un mediador. Lo hará a través de una persona humana y que forma parte del mismo pueblo de Dios, siendo uno de los nuestros para que use un lenguaje que los humanos podamos entender. Sabiendo que el profeta no sólo predica con la palabra verbal sino, ante todo, con su vida. Predicar con el ejemplo, la coherencia, es lo que provoca que haya también falsos profetas o profetas escandalizadores, cuya actitud y existencia Dios mismo denuncia y desatoriza.

Todos los cristianos somos profetas por el Bautismo que un día recibimos y que nos configura con Cristo, que es el verdadero y gran Profeta. Ser cristiano es ser otro Cristo en la tierra. Ser cristiano implica también ser y ejercer de profetas. Por eso, en el pasaje del Evangelio de hoy, Marcos subraya cómo la primitiva Iglesia confiesa que Jesús es profeta, y más que profeta, dando razones para argumentar esta afirmación: es profeta porque sus palabras son las de Dios; es profeta porque predica con la autoridad del que convence por acompañar sus palabras con los hechos; y es profeta de Dios porque su palabra vence al Mal, significado en el endemoniado. Cristo es al mismo tiempo el Anunciador y el mensaje anunciado. Él es el profeta que anuncia y al mismo tiempo el mensaje que se anuncia. Y eso es posible porque Marcos afirma así otra verdad de fe para los cristianos: Cristo no sólamente es profeta, es también el Hijo de Dios, es el Señor. Sólo Dios puede vencer el Mal y sólo la Palabra de Dios, Cristo, salva y rescata, libera del Mal y da nueva vida (resucita). El Resucitado es el hijo de Dios que nos libra del mal, de vivir en pecado y nos resucita de la muerte.

Pablo, en su Carta a los Corintios, hace una valoración de las ventajas que él, desde su experiencia personal, considera que aporta el estar soltero o soltera a los consagrados al Señor y a los que quieren vivir una vocación de entrega total al servicio de la Iglesia. no minusvalora el matrimonio, otra vocación a la que muchos son llamados, pero sí defiende el celibato como un instrumento para quienes deciden dedicarse por entero a la obra de Dios.

La meditación de esta reflexión de la Palabra de Dios nos lleva a preguntarnos qué clase de profeta soy yo como cristiano. ¿Escucho la Palabra de Dios y la anuncio y transmito a los demás, no sólo de manera verbal sino también desde mi propia vida? ¿Quién es Cristo para mí? ¿Es Él realmente para mí el Señor, y escucho y amo verdaderamente Evangelio anunciado y vivido por Él?

Queridos hermanos, que tengáis buen Día del Señor y buen comienzo de mes.