lunes, 31 de agosto de 2015

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

Domingo 30 de agosto de 2015.




Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Queridos hermanos y hermanas:

En este Domingo, el número XXII del Tiempo Ordinario, el tema central de la Palabra de Dios es que el mandamiento del amor es el más grande que Dios nos ha dejado y que no debemos consentir que otros mandamientos o normas nos impidan cumplirlo.

En la Primera Lectura se nos cuenta que Dios entrega a Moisés los mandamientos que ha de transmitir al pueblo elegido, a Israel. La fidelidad del amor del pueblo hacia Dios se manifiesta en el cumplimiento de la voluntad divina. El amor supone aceptar y vivir los deseos de Dios que se han expresado a través de la Ley.  Dicho de otra manera, todo creyente está unido a Dios cuando antepone los deseos de Dios a los suyos propios. Esta Ley divina, El Decálogo (los Diez Mandamientos), está hecha desde el amor inmenso de Yhavé, por lo que siempre aporta respeto y justicia allá donde se cumple.

El Salmo es una alabanza al hombre y a la mujer que viven en santidad, porque cumplen los deseos de Dios, los ponen en práctica. ¿Quién puede hospedarse en la tienda (casa) del Señor? En resumen, aquél que hace el bien amando a Dios sobre todas las cosas.

En la segunda Lectura, San Pablo nos invita a descubrir el don que hemos recibido los humanos de tener vida y de poder tener la fe que nos hace descubrir a Dios como Padre. Este don nos compromete a ser auténticos y a no conformarnos con conocer la Palabra de Dios, sino que el creyente tiene la obligación de hacerla práctica y de "encarnarla" en su propia vida: vivir en amor y vivir amando a los demás.

En el Evangelio tenemos a Cristo en un encuentro nada amable con los fariseos de su época. Esta casta social de hombres muy religiosos en tiempos del judaísmo, buscan a Dios y se sienten privilegiados al considerarse como creyentes de verdad porque cumplen todas las costumbres marcadas por la religión israelita. 

Los fariseos recriminan a Jesús que sus discípulos no respetan las leyes del judaísmo, pues se saltan ritos y preceptos que consistían en la limpieza corporal y de los objetos antes de comer alimentos para no contaminarse y llenarse de impurezas. Jesús aprovecha esta situación para enseñar a todos que lo importante no es hacer las cosas para ser vistos, ni para creerse mejor que los demás, ni para agradar a quienes nos miran. Jesús subraya que lo que Dios mira es nuestro corazón y lo que guardamos en él. La limpieza más grande es la de nuestro interior, pues si éste está podrido todo lo que salga de él olerá a muerte. Si en nuestro corazón hay odio difícilmente podremos amar y tener caridad con el prójimo. Dios quiere que cuidemos nuestro corazón, nuestros sentimientos y nuestros deseos para que nuestras acciones sean sanas y constructivas. Un corazón lleno de amor nos motiva a hacer el bien. Un corazón donde no hay amor está lleno de egoísmos, vanidades, envidias, etc.

Si la religión la entendemos y vivimos como el cumplimiento de tradiciones, ritos, costumbres... llegará el momento en el que sentiremos un vacío espiritual. Esas practicas religiosas pueden ser un instrumento que nos ayudan cuando están llenas de fe y de amor, y tanto la fe y el amor cuando se tienen se dejan ver en nuestra vida y en nuestro actuar. En el trato con el prójimo me examino de mi fe y de mi amor.

Que tengáis un buen Día del Señor y un feliz regreso los que ya terminan sus vacaciones de verano.