Hoy la Palabra de Dios se centra en la gran noticia de la Resurrección del Señor y narra una de las más conocidas apariciones del Resucitado, la que realiza a los Apóstoles, que cuando están reunidos simbolizan a la Iglesia.
Cristo busca a aquellos que formaron parte de su vida terrena pero que no supieron mantenerse en fidelidad a Él en el momento de su Pasión y Muerte. En la mayoría de ellos pudo más el miedo que el la fe y el amor a Cristo. Tras su muerte el mismo miedo a ser capturados y castigados o ejecutados les llevó a encerrarse y llevar una vida clandestina y escondida. Cristo "atraviesa" los muros y puertas de la habitación en la que se esconden y esparce entre ellos su Paz que lleva la fragancia del Espíritu Santo, que penetra y abre también sus corazones para vencer al miedo, al volverse a despertar en ellos la fe y el amor al Resucitado.
Falta uno de ellos que es el representante de aquellos a los que les cuesta creer, de los que necesitan entender y comprender racionalmente las cosas. Pero la fe no necesita ver en plenitud ni dominar el Misterio. La fe es la confianza y el fiarse de quien se ama y de quien se espera. Tomás es débil en fe y no cree a sus hermanos, el testimonio de la Iglesia. La fe que nos transmite la Iglesia no siempre es aceptada ni acogida. ¡Cuántas resistencia hay para creer! Mientras Dios no abra las puertas y ventanas de nuestro corazón, nos despierte el deseo por Él y se haga experiencia en nuestra vida y acontecimientos... la fe que tengamos será sólo conceptual pero no de vida.
Hoy es un buen día para evaluar nuestra fe y nuestra falta de fe, para rogar al Señor que nos la aumente y para agradecer a la Iglesia el haber recibido el don de la fe a través del Bautismo.