domingo, 18 de enero de 2015

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

DOMINGO II 

DEL TIEMPO ORDINARIO.

Domingo 18 de enero de 2015.

"- Maestro, ¿dónde vives?
- Venid y lo veréis".

Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Ya hemos comenzado el tiempo litúrgico llamado ORDINARIO, y que se divide en dos partes: la primera, que celebraremos todas estas semanas anteriores al inicio de la Cuaresma; y la segunda, que celebraremos después del tiempo pascual. El Tiempo Ordinario lo simbolizamos con el color verde que tiene un sentido de esperanza y de amor a la vida. Cristo es nuestra esperanza y nuestra vida. Durante estas semanas compartiremos junto a Él, como Iglesia, momentos importantes de su vida pública que duró los tres últimos años de su vida.

La semana pasada celebrábamos la Fiesta del Bautismo del Señor y el inicio de su misión. Dios lo reconoce como su Hijo y nos lo presenta en el Río Jordán donde Cristo es ungido como Mesías al recibir el Espíritu Santo que ya no lo abandonará y que nos entregará a la Iglesia antes de ascender a los cielos una vez que ha resucitado. Cristo en su Bautismo recibe y da comienzo a su misión, en la que le acompañará siempre el Espíritu de Dios. Nosotros en nuestro bautismo también recibimos el mismo Espíritu y comenzamos una misión, la de cristianos, la de vivir y anunciar el Evangelio, aunque esa vocación y misión en cada uno de nosotros se concreta de forma diferente.

¿Y qué es la vocación? La respuesta de todo hombre y mujer, de todos los tiempos y lugares, a Dios. La universalidad y antigüedad de la vocación la vemos hoy en el ejemplo de la llamada que experimentó Samuel, el cual siendo niño escuchó la voz de Dios en su corazón. A cualquier edad podemos ser llamados. Desde que nacemos Dios ya nos tiene predestinados a una misión, para la que se necesita nuestra cooperación, es decir, nuestro deseo de cumplirla, hacer de nuestra voluntad la de Dios: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha". Y es que no hay vocación si no hay escucha. Hoy no hay vocaciones porque no hay escucha en los hombres y mujeres, sordos de tanto escucharse a sí mismos o por escuchar demasiado a un mundo lleno de ruidos. 

Samuel no sabe lo que ocurre, le confunde esa voz en parte desconocida, la interpreta como que es de su Maestro. Pero será este Maestro, Elí, el que desde su experiencia personal, pues él también un día fue llamado de manera parecida por Dios, y desde su conocimiento de Dios mediante la oración contemplativa, aconseje al joven muchacho. Necesitamos ser acompañados en la vocación y en nuestro caminar como cristianos, aconsejados y ayudados por esos mediadores de Dios que Él pone en nuestra vida para que podamos superar bien las crisis y dificultades.

Cristo ha sido llamado por el Padre, pero ahora es Él quien llama a hombres y mujeres a seguirle en una aventura que supone un cambio de vida: dejarlo todo atrás y abrazar la nueva vida que Cristo ha empezado y que no quiere vivir solo sino en comunidad, la que forman sus seguidores. Cristo pasa por nuestra vida, se cruza en nuestros proyectos. Se necesita amor y valentía para seguirle y dejar atrás nuestros afectos y seguridades, para dejar que Él dirija nuestra vida para que sea como la suya.

"Maestro, ¿dónde vives?", le preguntan. "Venid y lo veréis", responde Él. Y es que las cosas más verdaderas de la vida sin probarlas no se conocen. No se pueden conocer por lo que nos cuentan, y hay cosas que no son para contarlas sino para vivirlas. Cristo no quiere un seguimiento de varias horas al día, sino un seguimiento que implica vivir con Él, permanecer en Él, aprender a vivir viviendo con Él.

¿Cómo vives tu vocación y misión de sacerdote, de religioso o religiosa, de padre de familia, de educador, de médico, de panadero, de policía...? ¿Cómo sigues al Señor que te ha llamado a ser catequista, voluntario de Cáritas, visitador de enfermos...? Él te ha llamado a hacer lo que haces y hacerlo de una manera diferente, por amor y entrega. Lo que haces, ¿lo haces dando preferencia al dinero o sueldo que ganas, al prestigio que te supone hacerlos...? Si lo haces desde ti, por ti y para ti eso no es vocación sino egocentrismo. Si lo haces desde Dios, por Él y para Él, eso se llama seguimiento cristiano.

Amigos y amigas, feliz Día del Señor.