sábado, 24 de enero de 2015

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

DOMINGO III

DEL TIEMPO ORDINARIO.

Domingo 25 de enero de 2015.

"Venid conmigo y os haré pescadores de hombres".
(Marcos 1, 14-24).

Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Hoy es uno de esos domingos en los que, por coincidencia en las fechas, celebramos varias cosas juntas, en concreto, la Fiesta de la Conversión de San Pablo, que es siempre el 25 de enero, y la Jornada de la Infancia Misionera, que es siempre el último domingo de enero. Sin embargo la Palabra de Dios es la propia de la liturgia dominical correspondiente.

Varias ideas centrales recorren, como un hilo tejedor, los pasajes del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento que escucharemos en la Lirturgia de la Palabra del día de hoy: la llamada de Dios a hombres concretos que se han convertido a Dios y que son enviados por Él a otros hombres para que conozcan a Dios y se conviertan. Por tanto, nos encontramos dos palabras y dos temas profundamente unidos: vocación y conversión, llamada y cambio de vida.

Jonás es un hombre que Dios ha llamado y cuya vida ha consistido en estar unido a Dios cuando la vida no se lo ha puesto fácil, al estar sometido a sufrimientos y tormentos por circunstancias y situaciones que ha tenido que vivir y que las podemos situar en el extremo de la capacidad humana para aguantar y tener paciencia. A pesar de todo eso, aunque Jonás expresa a Dios sus lamentos por lo mal que se siente tratado, el profeta no deja de creer y de confiar en Dios. Nos encontramos con un creyente bien maduro y fortalecido espiritualmente a golpes, por lo que tenemos al mejor testigo en la fe para llevar el mensaje de Dios a los hombres. Y lo hace, en una misión que además de ser complicada es de difícil éxito de ante mano, pero él no reniega de lo que le pide el Señor y va, no donde es fácil mostrar a Dios y llevar su mensaje sino donde más falta hace que Dios sea conocido y amado, a las personas más necesitadas de Dios y de salvación. Jonás ha sido enviado a los pecadores, y a una multitud de pecadores al tratarse de la ciudad más grande y corrompida del mundo de la época: Nínive. Vemos un final feliz, los ninivitas se convierten y creen en Dios.

Y para ejemplo de llamada y conversión la de San Pablo. El Apóstol de los gentiles encuentra con el Resucitado cuando siendo un judío confeso cumple la misión que le han encomendado de perseguir y capturar a los cristianos de la primitiva Iglesia, pero ese encuentro le transformará y pasará a ser un cristiano principal en la evangelización de pueblos y ciudades de importantes regiones del Mediterráneo, llegando a ser perseguido, capturado y martirizado. Hoy nos dice en una de sus cartas que los negocios y valores de este mundo son caducos, efímeros e inválidos para alcanzar la salvación, por lo que hay que invertir en lo que nos espera en un futuro  junto a Dios: el Reino de los Cielos.

En el Evangelio nos encontramos un paralelismo o continuidad con el pasaje del domingo pasado. Cristo comienza la última etapa de su vida, dedicada al anuncio público del Reino de Dios, llamando a unos hombres que le siguen, conviven con Él, aprenden de Él y evangelizan a su lado, para después continuar la misión iniciada por el Señor. No llama a los mejores sino a los que se encuentran y están dispuestos a dejarlo todo (conversión y cambio de vida) y a seguirlo (llamada) en la tarea de anunciar el Evangelio (misión), haciendo que Dios llegue a todos los hombres y que éstos se vuelvan a Él. El Señor los ha pescado para que son su testimonio de vida se conviertan en pescadores de hombres.

Dios nos llama para que nos convirtamos y para que le ayudemos a convertir y acercar a su Reino a los alejados y a los increyentes. Tú, como bautizado, ¿cómo llevas esta tare de conversión personal y de evangelizar allí donde desarrollas tu vida y trabajo? 

Hermanos y hermanas, feliz Día del Señor.