sábado, 23 de mayo de 2015

MENSAJE DOMINICAL DE LA PALABRA DE DIOS.

Domingo 24 de mayo de 2015.



Para leer la reflexión de la Palabra de Dios
de este Domingo, pincha abajo en "Más información".


Después de haber celebrado la Pascua de la Resurrección del Señor Jesús durante cuarenta días (cincuentena pascual), llegamos a la fiesta con la clausura de este tiempo litúrgico que es el más importante de todos, la Pascua. Y la Iglesia termina la Pascua con la Solemnidad de PENTECOSTÉS.

Pentecostés, término griego que significa "cincuenta", es la Fiesta cristiana del Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad. Fiesta de las más grandes, porque el Espíritu Santo es también Dios, aunque no siempre es el más recordado y adorado, pero sin Él no se entiende a Dios, ni el mundo, ni la Iglesia, ni todo lo que sucede.

El Espíritu de Dios está en el origen del universo como creador de todo lo que existe. Y está presente en la existencia de cada ser humano en el que Dios exhaló su Espíritu de vida, está presente en el pueblo de Dios y en el origen de la Iglesia, así como en Cristo desde el momento de su Concepción humana y en la Historia de la Iglesia...

Él está en mí cuando lo recibí en mi bautismo, y en lo oculto y silencioso de mi vida me hace y me acompaña. Me renueva y me constituye en sacerdote, profeta y rey como lo fue y es el Maestro de Nazaret.

Él posibilita la acción de Dios en el mundo y en la Iglesia. Él mueve la vida en el mundo natural y hace que la Creación cada día sea nueva. Él posibilita la acción salvadora de Dios en los siete Sacramentos, y la presencia real de Cristo en la Eucaristía, en el Pan y Vino, por la imposición de manos del sacerdote. Él consagra las manos de los sacerdotes para que en nombre de Cristo sigan actuando a través de sus vidas y de los sacramentos.

Él pone gracia donde hay pecado, vida donde hay muerte, paz en donde hay enfrentamiento, unión en donde hay división, alegría en donde hay tristeza, fuerza en donde hay debilidad... Él nos da lo que no tenemos y nos suple en donde no llegamos. Él nos permite sentir a Dios en nuestras vidas y anunciarle con ellas. Él es el que ora con nosotros para sentirnos unidos a Dios.

Ven, Espíritu Santo de Dios y llena mi vida para amara al Padre en el seguimiento del Hijo desde la fe, la esperanza y la caridad.

Hoy oramos por quienes lo hacen por nosotros todos los días por su vocación de consagrados contemplativos y de consagradas consagradas contemplativas. Los monjes y las monjas que en el silencio del mundo y en el de sus vidas de oración viven exclusivamente para Dios y rezan por nosotros a Él. Gracias y felicidades a los contemplativos/as que nos seguís a través de www.sanjuanypiedad.com

Hermano y hermana, abre tu vida, tu alma, tu mente y tu corazón al Espíritu Santo y que Él te bendiga para siempre.